Academia de majaras. La rara troupe, relato de un recorrido. Belén Sola Pizarro

Revuelta en el frenopático,
el hombre del tiempo ahorcado por haber informado:
granizos, rayos, truenos y viento huracanado.

La asamblea de majaras se ha reunido
La asamblea de majaras ha decidido:
mañana sol y buen tiempo.

Kortatu

 

Enero 2019


Palabras clave: salud mental, saberes profanos, prácticas artísticas relacionales, auto representación, políticas afectivas, audiovisual.


 

Año 2012 en la ciudad de León, provincia del norte de España con apenas 130.000 habitantes en su capital y con un sistema de salud pública que mantenía un psiquiátrico en las afueras, El Hospital de Salud Mental de Santa Isabel, y una red de apoyo a través de los Centros de Atención Primaria y de intervención psico-social[1]. En paralelo, la asociación de familiares y amigos de enfermos mentales (ALFAEM) iba fortaleciéndose sostenida en un discurso protector que consigue fondos para la creación de residencias, pisos tutelados y otros recursos destinados a las personas diagnosticadas con una enfermedad mental.

Comenzamos[2] presentaciones en el hospital y en diferentes centros de atención a la salud mental cargadas con unas cuantas grabadoras de voz y unas pequeñas vídeo cámaras caseras. Enseñamos a las personas que se acercan a conocernos los principales propósitos que nos marcamos en un proyecto que explicamos como un taller donde aprender a utilizar los medios audiovisuales para narrar nuestras experiencias de vida en primera persona.

A las pocas semanas de empezar los talleres en el hospital de Santa Isabel entendimos que estábamos corriendo un peligro habitual en este tipo de propuestas para un museo que intenta trabajar con personas y en el contexto de lo real; ser utilizados como recurso ocupacional por el hospital o por las propias personas, que se acercaban, en muchas ocasiones, con un nulo interés en el formato audiovisual y con pocas ganas también de hablar desde la primera persona. Programas de radio con invitados, canciones dedicadas o tertulias con los equipos médicos y otros profesionales asistenciales, eran algunas de las propuestas que se hacían, pese al esfuerzo en trasmitir un trabajo “otro” fuera de los formatos habituales de radio fórmulas[3].

En pocos meses decidimos salir del hospital y comenzar a trabajar de forma estable y continuada en el museo, un espacio que entendíamos neutral[4] para las personas del hospital o de los centros  de ALFAEM; “un espacio sin diagnóstico” como algún compañero diría posteriormente (Sola, 2015, p. 234, párrafo 5). El museo se ha convertido así en un espacio que convoca desde la “normalidad” de un taller de arte, al que se “apunta” gente diversa; artistas locales, estudiantes, personas conocidas de otras actividades del museo y otras que se enteran del taller a partir de la experiencia de usuarias del hospital y de ALFAEM o por los propios equipos médicos.

Es entonces cuando se da un primer giro inesperado en el proyecto; surge el deseo de estar juntas, de no dar fin al taller sino pensar qué podríamos “llegar a hacer” y por tanto qué podríamos “llegar a imaginar” personas tan dispares si continuamos encontrándonos y trabajando colectivamente. Ha nacido el grupo de personas que van a constituir el motor futuro de La rara troupe y lo hace desde el deseo de compartir un espacio de tregua, un descanso de nuestros diagnósticos cotidianos y de caminos trazados que no sólo tienen que ver con la enfermedad mental sino más bien con el malestar social que nos convoca.

Nombramos el taller Yo/nosotrxs intentando expresar de esa forma la intencionalidad no sólo enunciativa sino también comunicativa del acto de hacer audiovisuales. Pero más allá de las proclamas proyectivas, los cuerpos que nos juntamos conseguimos generar a partir de la confianza de pertenecer a algo que aún está por hacer, y sobre todo a un algo que está por hacer por nosotras mismas, ésta es tal vez la sensación que nos anima y envuelve en los encuentros y que estará cosiendo de forma trasversal todas las acciones del taller durante el año 2013.

En esta primera etapa, la apuesta metodológica fue el intercambio de vídeo cartas[5], primero entre nosotras y después con otros colectivos de fuera de León. Estos  ejercicios consiguieron su propósito, restablecer a un estado de igualdad las diferentes voces desautorizadas por pequeñas, invisibles o aturdidas, darnos cuenta de las pocas diferencias que existen en nuestros anhelos y miedos, abrirnos al pudor de sentirnos mal, saber qué es eso que te ocurre a partir de las sensaciones y reflexiones que nos dejan las imágenes, de lo profundo que puede ser un silencio o de lo histriónico de una risa.

Correspondencias: Otoño 2012

Correspondencias: Primavera 2013

Correspondencias: Otoño 2013

 

Yo/nosotrxs se ha convertido en un espacio posible desde la convivencia de personas que de otra manera no podríamos coincidir en un mismo lugar. Hemos ganado una batalla, el derecho de estar juntas, de crear “comunidad de cuerpos enajenados” [6], pero esto no nos era suficiente, necesitábamos conseguir los medios para crear, investigar y producir conocimiento de nuestros encuentros y hacerlo a nuestra manera. Escuchar al otro u otra y reconocernos en el o ella,  será el primer paso para llegar a ser juntas desistiendo de la corrección inclusivista pues, de acuerdo con Aracil (2016) “la lógica de inclusión que protagoniza la mayor parte de clínicas y terapias para enfermos mentales se revela como una práctica victimizante dirigida a desarmar el saber-hacer del otro” mientras que en nuestros encuentros, llegar a ser juntas pasa por la operación de desactivar individualidades victimizadas a través de la puesta en valor de lo vulnerable, anómalo, enfermo o raro, abrir un espacio para los saberes de los cuerpos que sufren y comenzar a hacer desde un punto de partida común; expertizar la vida, politizar el malestar, inscribirlo en el cúmulo de desagravios de los modos de vida contemporánea.

En 2014 los talleres se amplían y la actividad rebasa las horas de trabajo en el museo; quedamos para grabar, tomar un café, comentar los encuentros de la semana, las dificultades que encontramos con algunxs compañerxs o las ideas que nos rondan.  Proponemos textos para leer juntas e invitadas que nos gustaría tener[7], comenzamos a sentir que sobre la diversidad que encarnamos nos cubre la piel de un mismo tambor y empezamos a respirar y a generar residuos a la vez que experimentamos con nuestros propios límites y deseos.

Las resonancias son múltiples pero necesitamos contarlas en colectivo.

Fin de línea (2014)

 

En este momento decidimos nombrarnos Rara web queriendo remarcar el espacio de encuentro con “les otres”. Esa ventana virtual desde la que mostrarnos a un mundo que no nos ve pero nos nombra y diagnostica, acaba de rebasar una nueva frontera, ya no somos más “yo y el mundo”, “yo y el afuera”, sino que hemos conseguido ser un plural a partir de la identificación de nuestros límites y corporalidades.

Si como dice Garcés (2011), tratar honestamente con lo real sería, no tantoañadir la visión de las víctimas a la imagen del mundo, sino alterar de raíz nuestra forma de mirarlo, Rara web consigue exactamente esa mirada transformada desde el momento en que se proclama en plural. Es más, como he dicho anteriormente, remarco la idea de que en Rara ya no hay “víctimas”, las personas que se acercan al grupo en un principio por “pertenecer” a un diagnóstico han conseguido salir de allí[8], se ha abierto un espacio de posibles desde el anhelo de ser otras o mejor aún, de ser nosotras mismas.

Se ha producido un nuevo giro en el proyecto donde Rara web se va a transformar en el grupo que ahora se nombra como La rara troupe. La rara ha dejado sólo de contar(se) como individualidades y comienza a actuar como cuerpo colectivo, realizando sus películas desde las ideas de todas y ejecutando más que nunca las políticas de afecto, que conllevan poner en juego las emociones y saber hacerlas circular creativamente (Amhed, 2015).

El sufrimiento mental es la temática que nos convoca y provoca intensidades que desbordan los límites individuales, es en el dolor y el malestar donde anclamos el sentido para estar juntas, y es desde el dolor y la frustración que nos sentimos autorizadas para producir maneras de nombrarnos y de tratarnos.

Por otro lado, esa relación de afectos se está ordenando de forma circular y apela no sólo a las identidades, que se organizan de forma colectiva y no jerarquizada por roles profesionales o diagnósticos médicos, sino también a las propias producciones fílmicas que realizamos. Esto es interesante porque otorga un lugar relevante a los audiovisuales no solo como instrumentos transmisores[9], sino como objetos que funcionan emotivamente dentro del grupo convirtiéndose en eslabones de unión desde la identificación afectiva que establecemos con ellos. Volviendo a Amhed, tal vez resulta esclarecedor cómo “en las economías afectivas los sentimientos no residen en los sujetos ni en los objetos, sino que son producidos como efectos de la circulación” (2015, p.31) esto es exactamente lo que se observa en La rara, que produce o crea movida por los efectos relacionales (de tipo emotivo) en base a una organización circular entre los sujetos y los objetos que nosotras mismas producimos y con los que nos identificamos.

Empezamos el año 2015 con una residencia de creación invitadas por Azala[10], una experiencia de una semana de convivencia que nos permitió testar hasta dónde podíamos tensionar los espacios de colaboración entre nosotras. Un escenario nuevo donde el espacio privado y los espacios comunes, el trabajo creativo y los estados de ánimo particulares de cada una tenían que encontrar su lugar. Es en este momento cuando nos comenzamos a llamar La rara troupe nombre que ya no abandonamos y que surge de la idea de viaje que nos ofrece la residencia y del visionado de fragmentos de algunas películas (Serra, 2006, 2011 y Fassbinder, 1971) que nos sirvieron de estímulo.

El proyecto planteaba investigar en la idea de troupe como colectivo de artistas o creadoras que se desplazan juntas, como “compañía” en el sentido etimológico original de la palabra, como cuerpo de actores, bailarines o técnicas… así como en los roles que desempeñamos cada una dentro del colectivo, para reconocernos en ellos o cuestionarlos. Por otro lado, estábamos desplazándonos de nuestras “instituciones” de referencia en el día a día; de nuestro trabajo, del hospital, la casa compartida o el museo, así que decidimos nombrar la residencia des-plazadxs. En definitiva, la semana de trabajo juntas iba a suponer una oportunidad para ahondar en la noción de lo comunitario y las contradicciones y fricciones que se dan en nuestro trabajo colaborativo.

Tal vez, lo que Azala nos enseñó como grupo fueron más las diferencias que las coincidencias entre nosotras, las personas que querían experimentar con la cámara frente a las que estaban disfrutando de los mejores días de sus últimos años; los litros de café y los kilos de azúcar que consumimos parecían ratificar el ejercicio de libertad que decían necesitar muchas compañeras.

Los días de residencia pasaron con una intensidad que nuestro invitado/relator Martín Correa (Sola, 2015, p.297) contaba así:

(…) creo que desde “La rara” están encontrando las preguntas, detectando las necesidades colectivas e individuales y es ese un paso de gigantes. Ante un planteo creativo, el “qué hacer” no es relativo sólo a un formato o a una herramienta (el “cómo”) sino que el “qué hacer” está sujeto a una necesidad o deseo, a una búsqueda que en ocasiones cuesta detectar porque venimos de una trayectoria vital marcada por el sobre-control y en donde casi-siempre le dicen a uno-a lo que tiene que hacer. Decía, entonces, que he visto que han creado ese contexto de reposo, espacio de fractura, límite habitable, en relación a las condiciones anteriores de opresión: Y entonces se van visibilizando las necesidades, las que estaban allí desde antes, pero que ahora se hacen visibles, se comunican, se expresan. Es allí, con esas primeras semillas que es necesario ponerse a trabajar, a componer, a crear. Y es eso lo que  quizás es necesario poner en valor. Muchos procesos creativos se centran en la herramienta, La rara troupe ya sabe que la herramienta es un medio y un fin al mismo tiempo para contar algo que duele, algo que de muchas maneras “urge”…..que es como un “grito” desde dentro. La rara troupe ha encontrado o ha empezado a encontrar ese “grito” que “urge”. Ahora es tiempo de seguir analizando formatos, herramientas, maneras de contar y de construir un cuerpo para lo contable. (…)

Construir un cuerpo para lo contable era el anhelo que contenían los dos vídeos que proyectamos al final de nuestra residencia, Abrazos y Picnic.

Des-plazados (2015)

 

El primer vídeo conseguía a partir de la cámara crear una coreografía de cuerpos que se encuentran bajo el signo del abrazo, como metáfora de la comunión entre nosotras. Picnic, en cambio, supone un ejercicio donde la cámara sólo es una invitada a la escena de conflicto que se produce de una manera totalmente imprevisible.

Me gusta pensar en el primero como un vídeo-máquina, en el sentido de que la herramienta audiovisual organiza y pone a funcionar a los cuerpos para ejercitar la metáfora del trabajo colectivo, mientras que el segundo actúa como un vídeo-síntoma, donde el malestar que se produce es en gran parte consecuencia de no saber desprendernos de nuestros estados mentales y obsesiones individuales. En todo caso, y en base a la escucha de las entrevistas de evaluación que realizamos (Sola, 2015), la semana en Azala supuso para La rara troupe una experiencia de vida y libertad indefectiblemente unida al acto de crear.

Particularmente, me ha gustado escuchar una frase que dije entonces en esta grabación de vuelta: “he aprendido a saber aceptarme en el grupo desde mi rol profesional [11] . Creo que esto hace referencia a la experiencia de transitar de  condición, a aprender a ser otra, a saber incorporar los aprendizajes lentamente aunque eso te obliga a cuestionarte y observarte de forma a menudo obsesiva y frustrante. Ponerte en cuestión como ejercicio para dar cuenta de ti, dos maneras de transitar en el trabajo que provocan dolor y fatiga pero que entiendo como condiciones necesarias en los proyectos creativos donde el cuerpo está presente.

La rara troupe, desde ese momento, se nombra así misma como grupo de creación artística, pero no abandona nunca su identidad política como grupo de pensamiento sobre la salud mental desde la indagación en dos cuestiones:

– La generación de modos de vida contemporáneos que nos enferman y nos producen malestares múltiples y que en última instancia, además nos incapacitan para organizarnos en colectivo.

– La utilización de vidas vulnerables o precarizadas como parte de un discurso normalizador y capacitista que busca abrir espacios donde integrar voces que dice enfermas.

Son curiosos estos días consigue conectarnos en nuestro día a día en el mes de abril de 2016. A través de nuestras cámaras, registrando momentos encontrados al azar o buscados explícitamente, compartimos espacios de tiempo cargados de cotidianidad. La película expresa la dignidad de nuestras vidas vulnerables y quiere señalar la importancia negada por las pequeñas cosas, dotándolas de interés, metáfora también de nuestras pequeñas y precarias pero también significantes y valiosas vidas.

Son curiosos estos días (2016)

 

Un nuevo giro se va a producir en este momento y esta vez no es tanto de tipo endógeno o auto-referencial sino exógeno o reflexivo. Me refiero a la capacidad que ha tenido el proyecto para imaginar un espacio mayor, dentro del museo, para la investigación y puesta en marcha de proyectos de creación con comunidades. Desde el año 2016, La rara troupe se integra en el Laav_, Laboratorio de Antropología Audiovisual Experimental[12] que se pone en marcha en el Departamento Educativo del MUSAC, constituyéndose como el proyecto probeta del que aprender a partir de la experimentación constante del grupo.

En el año 2017, invitadas por Alfredo Aracil, formamos parte de la exposición Apuntes para una psiquiatría destructiva. En el contexto de la muestra proponemos un intercambio audiovisual con otro grupo de personas de Madrid que se iba a coordinar desde el equipo de mediación de La Sala de Arte Joven donde tiene lugar la exposición. Así surgen dos vídeos que nacen de la intención de indagar sobre la construcción de un cuerpo colectivo manejando ideas cruzadas entre la performance, el rito, la fiesta y el juego.

El primer vídeo CocinaPlaza/PlazaCocinada, supone una experiencia planteada después de la lectura de extractos del libro Ser o no ser (un cuerpo) de Santiago Alba Rico. Conseguimos, no sin mucho esfuerzo para llegar a consensos, juntarnos, en una plaza medio abandonada de una de esas urbanizaciones a medio acabar que hay en cualquier capital de provincias, para hacer una paella. En el vídeo se diferencian dos momentos, en el primero (hasta el minuto 4’45’’) hemos recogido imágenes tomadas el día en que nos acercamos a conocer la plaza y en el segundo, se muestran secuencias en que estamos cocinando la paella: en ambos casos utilizamos el sonido grabado en ejercicios de experimentación que estuvimos realizando por el espacio.

El grupo de Madrid nos respondió con un vídeo muy dinámico donde se resaltaba el juego como experiencia colectiva, por lo que nosotras decidimos terminar la correspondencia con la grabación de una fiesta que diera continuidad pero a la vez nos permitiera incluir diversidad de acciones. Lo llamamos El cuerpo del delito y utilizamos como referencia cinematográfica Tongues untied (Riggs,1990) que nos inspiró la coreografía final, subtitulada con el texto de una compañera, Ángela María, que terminó por dar el título al vídeo. Lo demás fue un raro registro de las propuestas hechas por cada una, desde un karaoke hasta un taller libre de pintura pasando por momentos de lectura o disfraces.

Apuntes para una psiquiatría destructiva (2017)

 

Más allá de estos vídeos, la participación de La rara troupe ha supuesto para el grupo un reconocimiento desde los espacios legítimos de la cultura. La rara definitivamente dejó atrás su adscripción al taller de formación para comenzar a ser un espacio de producción o creación, y esta vez no lo dice La rara sino el espacio de legitimación artística por excelencia, la exposición.

Entre el otoño de 2017 y la primavera de 2018 hemos pasado momentos duros. Hay personas que han abandonado definitivamente el grupo y entre las que quedamos nos esforzamos por equilibrar la necesidad de reivindicación activista por parte de muchas compañeras con la radicalización de la propuesta artística por parte de otras. Nuestra última película hasta el momento, La humana perfecta, convive en pocas semanas con textos de Félix Guattari y la película Le moindre geste de Fernand Deligny en el contexto de un grupo de lectura y un programa de pensamiento[13] en el museo Reina Sofía de Madrid. Más allá del simbolismo de que un grupo anónimo que se define raro comparta mesa con nombres reconocidos y autorizados del mundo de la cultura, a La rara troupe se la convoca por mostrarse como un espacio con sabiduría acumulada suficiente para producir y compartir conocimiento, y a esto hemos llegado desde nuestras propias herramientas (auto) elaboradas o lo que es lo mismo, con epistemologías situadas en nuestros malestares.

La humana perfecta (2018)

 

Con este breve recorrido por el trabajo de La rara troupe he querido subrayar por un lado, el papel actual del museo como lugar privilegiado para la investigación social desde las metodologías artísticas de investigación, y por otro, la necesidad de habilitar espacios para la organización en comunidad con identidades subalternizadas y hacerlo desde la toma consciente de la palabra y las imágenes, la construcción de nuestros relatos y la creación por tanto de nuestras propias narrativas genealógicas.

La academia de majaras que es La rara troupe, reivindica y pone en juego su vida, sus estados emocionales y sus malestares y se hace consciente de una alienación común, que nos une en un trayecto donde ni los diagnósticos médicos, ni las recetas neoliberales de ajustes sociales y pastillas consiguen hacer de las personas seres más plenos, personas más felices.

 

NOTAS

La primera versión de este artículo fue publicada originalmente en la revista Re-visiones en diciembre de 2018. Es un relato personal del proyecto La rara troupe, un espacio de creación y convivencia entre personas con y sin diagnósticos clínicos de salud mental que se viene imaginando y reconfigurando desde el año 2012 en el departamento educativo del MUSAC. Recomendamos la lectura combinada con el visionado de los audios y videos enlazados en el texto.

[1] El sistema público de salud mental ha pasado por transformaciones radicales en el estado español,  desde el manicomio o auspicio franquista hasta el actual sistema asistencialista semi-privado que se implanta a partir de los años 80.

[2] Chus Domínguez, creador audiovisual y la persona con la que se diseña el proyecto y yo misma.

[3] https://raraweb.org/programa-piloto.html

[4] Esto no significa que pensamos que el museo como institución es neutral, sino más bien lo contrario. Como apunta Preciado (2017), el museo es una máquina de producción de subjetividad y reproducción de códigos normativos.

[5]  Esto no significa que pensamos que el museo como institución es neutral, sino más bien lo contrario. Como apunta Preciado (2017), el museo es una máquina de producción de subjetividad y reproducción de códigos normativos.

[6] Ver vídeo “el cuerpo del delito” en este mismo artículo. Minuto 4’45.

[7] Otro síntoma de que estamos formando un grupo de investigación es el deseo que surge en el grupo de (auto) formación, para ello comenzamos a ampliar nuestros encuentros audiovisuales con el complemento de los textos y voces invitadas. Empezamos en febrero de 2014 con el Grupo Esquizo Barcelona y desde entonces talleres, charlas y encuentros, así como lecturas varias propuestas por nosotras, han sido fundamentales en el crecimiento de La rara troupe. Para un recorrido exhaustivo de invitadxs y textos se puede consultar. raraweb.org/blog

[8] En todo momento expongo observaciones directamente extraídas del espacio de trabajo y relación de La rara troupe, no pudiendo hacerlas extensibles a otros contextos.

[9] Me refiero a que los audiovisuales que realizamos no están pensados como instrumentos de auto expresión o planfleto anti estigma, sino que son creaciones de imaginarios propios y como tal de nuestras subjetividades en proceso.

[10] Espacio de creación ubicado en Lasierra, Álava. www.azala.es

[11] https://archive.org/details/2.EntrevistaIdaAzala/3.entrevistas_vuelta_Azala.mp3, min. 38

[12] www.laav.es

[13] http://www.museoreinasofia.es/actividades/fuerza-posible-hacia-poietica-vivir-juntas

 

REFERENCIAS

Aracil, A.(2016). “Saber-hacer con el otro, La Rara Troupe o la potencia de la anomalía”. En: https://laav.es/saber-hacer-con-el-otro-la-rara-troupe-o-la-potencia-de-la-anomalia-alfredo-aracil/ (Recuperado el 10/06/2018)

Aracil, A. (2017). Apuntes para una psiquiatría destructiva. Catálogo. Madrid.

Ahmed. S. (2015). La política cultural de las emociones. UNAM (ed.). México, D.F.

Garcés. M. (2011) “La honestidad con lo real”. En Álvaro de los Ángeles (ed.), El arte en cuestión. Sala Parpalló, Valencia.

Preciado, P. (2017) “Salir de las vitrinas: del museo al parlamento de los cuerpos”. Vídeo de la conferencia en https://vimeo.com/239484758 (recuperado el 10/06/2018)

Riggs, M. (1989) Tongues Untied. Película documental. 55’. EEUU.

Sola, B. (2015). Prácticas artísticas colaborativas, nuevos formatos entre las pedagogías críticas y el arte de acción: La rara troupe. Tesis Doctoral. ULE.

Serra, A. (2006) Honor de Cavallería. Película. 110’. España

Serra, A. (2011) El señor ha fet en mi meravelles. Película. 146’. España

Fassbinder, R.W. (1971) Atención a esa prostituta tan querida. Película. 106’. RFA